Jorge Álvarez Von Maack, Presidente del Patronato de Defensa del Patrimonio Cultural y Natural del Perú, comentó algunos puntos sobre las corridas de toros en el Perú para un debate en una página web. A continuación, se presentan algunos fragmentos representativos de dicho debate.
Las Corridas de Toros en el Perú
Sobre el arte
¿Las corrida de toros deben ser llamadas “arte”? Antes que nada deberíamos pedir perdón a los artistas que hacen arte. No podemos llamar "arte" al acto cruento e inhumano de alentar la tortura, con público y publicitado gozo, contra un indefenso ser llamado toro. Si alguien insiste en llamarlo "arte", debemos agregarle los calificativos de arte “degradante, vil, nocivo, destructor, ofensivo”.
Sobre el culto a la tradición
Se dice que los toros son una tradición nacional, una manifestación cultural de quinientos años de limeñismo candor, y que, por ello, la misma debe continuar. Pero no todas las tradiciones son buenas ni dignas de promover. Por ejemplo, no por haber sido tradicional deberíamos revivir el ritual fúnebre del "Señor de Sipan", quien fue enterrado, previo sacrificio, junto con sus esposas, séquito, amantes, guardia personal y hasta perros. O, en otro caso, no por el mismo motivo, antes de entrar al Santuario de Pachacamac, deberíamos realizar una purificación de seis meses, ni dejar de ingerir carne, ni ají, ni alcohol, ni tener relaciones sexuales. Muchas prácticas antes tradicionales han dejado de ser, justamente, practicadas. (Si no, solo piénsese en que nuestros recién nacidos deberían pasar por la práctica del ritual de ser sumergidos, al nacer, en las heladas aguas de las Cochas – lagunas sagradas – puesto que, en esos tiempos, solo los que vivían eran son aptos).
Sucede que parte del mundo “en camino a la civilización" en que tratamos de incluirnos tiende a no fomentar más todo tipo de tradición, entretenimiento, deporte, etc., donde gana el que más o mejor mata (como el "tiro al pichón", la caza submarina - de la cual he sido respetado cultor -, los safaris, etc.). Y, en el caso la "tauromaquia", se premia al que mejor mata. Resulta inaudito: se aplaude, festeja y premia al que mejor clave, en el cuerpo del toro, las banderillas (arpones de acero y madera de trescientos gramos cada uno); se premia al mejor picador que hunde la vara (dígase una punta afilada de cuatro centímetros de diámetro y dos metros cincuenta centímetros de largo); y, finalmente, se premia al "matador." que mejor hace su faena y mata “hasta el puño" con su espada (estoque) – claro está que, si mata mal, pierde la fecha y quizás el premio a la faena -. Además, se dice que el "valeroso torero" se expone a la fuerza incontrolada del astado, pero una estadística lo dice todo: por cada cientos miles de toros muertos muere un solo torero.
Sobre el toro
El toro es un mamífero rumiante; por lo tanto, pasa gran parte su vida en estado casi letárgico. Se le define como un ser "manso". Sin embargo, el toro de lidia se ha obtenido a través de una selección artificial (inducida por el hombre) para obtener factores de embestida y bravura. No obstante, no por esto el toro es superior al torero. El toro de lidia es un animal tan sensible al dolor como usted y como yo. Además, siente un intenso temor desde el cruel encierro que sufre antes de la corrida. Allí, en el encierro, es martirizado con fuertes golpes con sacos de arena. Le colocan algodón en la nariz y en la garganta para sofocarlo y mentol en sus ojos para cegarlo. Sale al ruedo, escucha los gritos y empieza el momento de su cruda tortura con la pica que le corta los músculos de la espalda para que baje la cabeza, con los seis arpones (dizque banderillas) que destrozan, con cada movimiento, su lomo. El toro, aterrorizado, cansado, jadeante, lleno de intensa sed por la hemorragia y la agitación, aun así trata de defenderse: se ve obligado a embestir al movimiento del capote del torero hasta que la espada lo penetra pasando por vísceras y pulmones, lo cual le provoca una hemorragia interna.
Los aficionados argumentan a su favor que el toro muere con honor y que, en cambio, en un camal, éste pierde la oportunidad de luchar por su vida. Entonces, meditemos juntos, ¿cree ud. que el toro sabe lo que es el honor?, ¿cree ud. que el toro prefiere ser torturado antes de morir?, ¿cree ud. Que, en los camales, la gente goza con el sufrimiento y muerte de los animales que allí se sacrifican para el sustento humano?, ¿cree ud. que tiene justificación martirizar y matar a un animal solo para divertir y beneficiar económicamente a una escaso grupo de personas?
Sobre lo cultural en el Perú
La calificación de “espectáculo cultural” que el INC (Instituto Nacional de Cultura) hace sobre las corridas de toros no nos extraña ni conmueve, porque, en los últimos quince años, el país no posee un calificado Director del Instituto Nacional de Cultura: resulta que él, según me lo han revelado Ministros de los últimos años, no está bajo control directo del Ministro de Educación.
Asimismo, es lastimoso que, en el Perú, no exista política coherente alguna en relación con el valioso y único Patrimonio Cultural (de quince mil años de historia) que nos han legado nuestros ancestros. Por lo tanto, declaremos en duelo la cultura mientras exista esta absurda calificación cultural de matanza a los toros. También declararemos la ley en duelo, puesto que el Código Penal Peruano, en su capítulo iv, “faltas contra las buenas costumbres”, asegura que : <<será reprimido con prestación de servicio comunitario de diez a treinta jornadas quien cometa actos en contra de un animal, lo maltrate o someta a excesivos esfuerzos>>. Ahora bien, pregunto, ¿no cabrían las corridas de toros en este apartado?
En definitiva, la corridas de toros son una "mala fiesta” impuesta por los conquistadores españoles en la que el único que no festeja ni se entretiene es el toro. Además, se trata de un espectáculo que no genera mayor turismo, porque las corridas no le son atractivas al turista (véanse estadísticas de ingreso turístico). Por todo lo dicho, la fiesta taurina debe ser definitivamente abolida y erradicada. El mes de octubre, en lugar de ser el mes de la mayor feria taurina de América, debería ser un mes dedicado al Señor, un mes de meditación cristiana, de sirios, y de dulce turrón...