Aca les presento un fanfic muy bueno sobre silent hill. aunque es mucha lectura pero para quien aya jugado silent hill (SH 1,2,3,4)le encantara.
El nombre de este fanfic es "La Luz"
Autor: Cloud "Miembro de colina silenciosa"
Capitulo I :
"La Luz"
Mi hermana Helen y yo solíamos ir, cuando éramos más jóvenes, durante el verano, a Silent Hill. A los dos nos gustaba el sitio, pero mi hermana simplemente lo adoraba. Muchas veces la encontré en el lago del parque, mirando algo más allá de lo que podía entender, o cerca del cementerio, caminando entre los árboles. Yo sabía que ella era especial y siempre supe que lo único que nos unía era mi madre, con la cual siempre estábamos felices.
Recuerdo que cuando le preguntaba a mi madre por qué Helen se comportaba de forma tan extraña, ella sonreía y me susurraba al oído “tú también tienes la misma luz que ella, algún día lo sabrás”. Nunca supe a que se refería, y me arrepentí mucho de no haberle preguntado, pero al fin y al cabo, era tan solo un niño.
Un año, simplemente dejamos de veranear en Silent Hill. No recuerdo qué pasó ni por qué nunca volvimos. Mi madre parecía no darle importancia pero mi hermana siempre tuvo una obsesión enfermiza con ese pueblo. Solía nombrarlo con insistencia e incluso recriminaba a mi madre el huir de él.
Años más tarde, Helen comenzó a distanciarse de nosotros. Por aquella época yo estudiaba en un internado y no pude ver que pasó entre ella y mi madre durante los últimos meses de su vida, pero por las llamadas de mi madre me di cuenta de que no era nada agradable. Poco tiempo después de dejar de veranear en Silent Hill, contrajo un cáncer de estómago que corrompió su cuerpo lentamente. Mi madre era una mujer valiente y aún joven cuando enfermó, así que el cáncer tardó mucho en llevársela a un mundo mejor.
Pero una noche, Helen me llamó. “Mamá ha muerto” dijo escuetamente. Luego añadió “Tienes que venir al entierro”. La noticia, aunque dolorosamente descrita, no me sorprendió. La última vez que había visto a mi madre, dos meses atrás, apenas podía reconocerla. Habría adelgazado unos veinte kilos y comía a duras penas. En aquella ocasión, ella, probablemente previsora de su destino final, me abrazó fuertemente y me besó con todo el cariño que su marchito cuerpo podía ofrecer. Y me volvió a susurrar al oído “Anthony, no dejes que tu luz te desvíe del camino como a tu hermana. No es a mí a quien debes ayudar sino a ella, cuando llegue el momento”. Le pregunté si Helen se encontraba en algún problema y ella me contestó que ya lo entendería. Esa última noche la pasé con ella, en su cama, a pesar de que ya tenía diecisiete años. Es extraño, pero no recuerdo otra noche que haya pasado tan seguro como aquella. Por eso, cuando mi hermana me contó el esperado final, casi no me entristecí. Ya hacía muchos años que mi madre estaba sufriendo y ella deseaba morir de hecho.
Tras el entierro, mi hermana me pidió ayuda para mudarse de nuestra vieja casa a un pequeño apartamento en Ashfield . Yo, por mi parte, terminé mi educación rápidamente y me trasladé a mi antiguo hogar, lleno de recuerdos añorables. El tiempo pasó y tanto Helen como yo emprendimos vidas distintas y poco a poco dejamos de comunicarnos. Supe por algunas llamadas telefónicas esporádicas que había encontrado un buen trabajo de asistenta sanitaria en un hospital cercano y que se encontraba bien.
Una tarde, años después de la muerte de mi madre, me llamó una mujer que aseguraba ser la casera de mi hermana. Le aseguré que si tenía algún problema con el alquiler yo pagaría lo que faltara. Pero me quedé helado cuando me dijo que la razón por la que me había llamado era debido a que ya hacía un par de semanas que Helen había desaparecido de su piso, sin dejar rastro. Le dije que a lo mejor se había mudado, y le pregunté si se había llevado sus cosas. En ese momento la casera se puso muy nerviosa y me dijo que viniera tan pronto como me fuera posible, que era urgente. Obviamente, no me lo pensé demasiado y cogí el coche hasta Ashfield.
Cuando entré en la habitación de mi hermana, con la casera santiguándose al lado mío, no reconocí aquella…guarida. Había visto la habitación cuando ayudé a Helen a mudarse, pero lo que había ahora en su lugar distaba mucho de lo que recordaba. Las paredes, que antes estaban recién pintadas de blanco, ahora estaban casi negras de la suciedad. No parecía que hubieran pasado un par de años sino una veintena. Los muebles estaban carcomidos por dentro y su aspecto exterior era igual de corrupto. El fregadero estaba manchado con una gran marca de sangre, la luz no funcionaba y toda la ropa de mi hermana estaba tirada en el suelo, desperdigada por toda la habitación. El olor era insoportable, putrefacto, como si…. como si hubiera un cadáver cerca. Miré a la casera, asombrado por la visión y le pregunté “¿Cómo dejó que mi Helen viviera en esta situación? ¿Cómo es que no se puso en contacto conmigo antes?” La mujer rompió a llorar, con una mirada aterrada. Le dije que me respondiera y ella contestó “Pero si hace una semana…todo estaba como nuevo…no entiendo cómo ha pasado…no lo entiendo…”. Aunque no me creí lo que dijo, le dije que esperase ahí mientras buscaba algún signo de mi hermana en la habitación.
No había mucho que ver, a decir verdad, en la salita. Me llamó la atención que la puerta del baño estaba entreabierta y que la única luz que había en la habitación provenía de ahí. Le pregunté a la casera desde dentro que si había entrado ella antes y me dijo que no, así que decidí entrar en el baño. Durante los dos o tres pasos que me hicieron falta para llegar, una extraña melodía entró en mi mente, muy silenciosa primero, para luego ir subiendo poco a poco. Era como un martillo golpeando un hierro o algún metal… extraño pero… ¿familiar? Empujé la puerta del baño y una visión me aterró de arriba abajo. Por un momento, juré haber visto el… ¡el cadáver de mi madre desnuda sobre la bañera….sonriendo! Pero…no, era imposible. La bañera estaba vacía, sucia como si alguien hubiera tirado excrementos encima, pero vacía. Sin embargo... en mi mente quedó esa horrible visión que, no sé cómo, acababa de tener sobre mi madre. Justo cuando pensaba salir del baño, me fijé que sobre la bañera había una pequeña foto. A pesar de que estaba cubierta por verdadera mierda, al recogerla la pude ver claramente: era una foto de nosotros cuando éramos pequeños con mi madre… en el hotel del lago de… Silent Hill. En ese momento la bombilla dejó de emitir luz y se quedó a oscuras.
La luz…