Comentarios del Autor
Hola, estimados lectores de este pequeño reducto de creación espontánea, casi impro. Bueno, pues hoy como que me he excedido un poco con el cuento este y es que es sólo la mitad o aproximadamente eso, en realidad la otra mitad podría ser más corta, depende de muchas cosas que no vienen al caso nombrar.
En un primer momento pensé agruparla con "Serie de historias jaladas de los pelos", sí, ahora se llama así porque el anterior título, eh...no era incorrecto, sólo que se prestaba a malas interpretaciones. Es un mal chiste. Como decía, pensaba agruparla así; pero luego pensé en mejor hacer un cuento de Halloween (Por eso 29,30 y 31 de octubre), sí, algo de miedo; pero las ideas fueron apareciendo una tras otra y esto se acabó convirtiendo en ciencia ficción. Así que lo dejaré como un único cuento aparte.
Como notarán me he basado, en parte, en el formato de serie de televisión estilo lost, con flashbacks y hasta un gran flashfoward que en realidad no lo parece. Bueno, espero terminarlo de la mejor manera. Lo considero un proyecto, tomaré este cuento en serio con la firme convicción de terminarlo. Porque, en primer lugar, no debí publicar algo a medias, lo cual quiere decir que no debería estar escribiendo esto.
En fin...no es que tenga la historia incompleta, creo que tengo el esquema ya armado y hasta podría ir agregando un poco más, siempre y cuando esto no pierda lógica. De seguro notarán un par de vacíos en la historia, y es que eso se explicará luego.
Eso es todo lo que tengo para decir y espero disfruten de la historia tanto como yo disfrute escribiéndola. (Esta última frase es un plagio; pero...no hay mejor manera de decirlo y es tan simple que la considero una frase universal y lo mejor es que es cierto)
Por favor, disculpen las faltas ortográficas. Me falta mucho. ¡Ah! Este cuento aún no tiene nombre, ahora le pongo algo.
Tres días y una vida en el cerro
30 de Octubre
- Mateo, ¿ya fuiste a ver como esta la tía? – pregunta la madre, algo preocupada. Observa al joven que acaba de subir por las escaleras que comunican al cerro con el resto del mundo.
- No pude llegar. Había un grupo de gente, creo que eran de la banda del negro, nadie pasa por ahí…- responde él antes de perder el aliento, la subida es larga y tortuosa, el viento arrastra la arena que lo adorna todo, baña las casas y a la gente que sale de ellas. La mayoría de niños, aficionados a todo tipo de juegos con todo lo que se pueda jugar, siempre lucen polvorientos y sucios, acentuándose así el sentimiento a pobreza que llena los corazones de los resignados.
- Ya que importa, anda busca a tu hermano y vayan al comedor. Si la vieja Marcia no les quiere dar me avisas.
- Ya… - el joven vuelve por las escaleras y luego gira por una esquina hacia un camino salpicado de pequeñas piedras. Ha vivido con ella toda su corta vida, en la cual sólo se ha alejado del cerro cuatro veces, y esa mujer esta preocupada.
A lo lejos se escuchan los gritos exaltados de los niños mientras juegan en un campo nivelado, el cual estaba destinado para un local del gobierno pero que nunca fue ocupado debido a la irreparable violencia de la zona. De cualquier forma, nadie hubiese querido venir a trabajar a tan alejado paraje, y tampoco por su gente, un cerro en la esquina de la ciudad, en medio del desierto y unos cuantos cadáveres, que antes fueran miserables, antes de ver mar. A propósito de los cadáveres, no sé si sería necesario mencionar la mejora respecto a su vida mundana, quizás no.
- ¡Oe Patricio! – grita al distinguirlo entre los niños que juegan -. ¡Vamos a comer!
Al parecer esta alentadora frase caló hondo en las mentes de los niños, despertando viejos instintos, muy pronto todos se encuentran enrumbando hacia el mismo lugar a donde van el joven y su hermano.
- ¿Mati? – el niño mira a su hermano mayor.
- ¿Qué pasa? – responde Mateo, el joven.
- ¿No has visto a Fredo?
- No sé, creo que me seguía cuando baje a buscar a la tía, tal vez se quedó abajo…
- ¿Y si se lo agarró el negro?
- ¿Para qué se lo agarraría el negro? Que yo sepa sólo come gatos, además, el perro es casi un esqueleto – responde Mateo.
- Mati, anda a buscarlo.
- No jodas.
Mati no soporta estos arranques de su hermano menor. No porque sean caprichos de criatura, es debido al miedo que le producen estas obsesiones.
- Tienes que ir, Mati. Si no vas, algo muy malo pasará.
Patricio señala hacía abajo, las faldas del cerro, más allá la planicie y donde se supone se debería encontrar Fredo. Luego señala la ladera y mira a Mati a los ojos. Finalmente gira la mirada hacia la humareda que desprende el basural.
- Ya…- acepta Mateo.
29 de Octubre
- Viejo, hoy sorprendí al hijo de la Diana robando en la bodega – comentó la mujer.
- ¿Y? – responde el marido indiferente mientras sorbe lo que queda de su sopa.
- Que hay que hacer algo pe – dijo, luego de meditarlo unos segundos -, esa vieja siempre manda a su chibolo a robarnos y no sé que espera que hagamos.
- Anda reclámale mañana.
- ¿Y tú por qué no vas?
- Yo trabajo todos los días para mantenerte y a tus hijos, anda reclámale tú que estás acá todo el día. Haz eso al menos – el hombre cogió un pan y se lo llevó a la boca, luego se paró y se recostó en la cama que se encontraba en la misma habitación, la única habitación.
- Pero tú eres el hombre de la casa – usa uno de sus últimos argumentos.
- Y tú la mujer – el hombre pretende lucir su inteligencia -. Ahora déjame en paz. Voy a descansar.
- Burro…
- ¡No me digas Burro caraj*! – interrumpe el hombre. Es el apodo que tanto odia y desafortunadamente, Burro, es el nombre con el que te conocerán.
30 de Octubre
- Ma, voy a salir a buscar al perro, luego regreso – solicita Mateo.
- Deja a ese perro, ya volverá. Mejor anda trata de encontrar a la tía, dile lo que ya sabes – ordena la madre.
- Ya, no tardo.
Igual voy para ese lado, piensa Mateo mientras baja por las escaleras de piedra. Recuerda la vez en que una de esas piedras se zafó y le hizo tropezar, rodó cuesta abajo unos metros y casi se rompe la cabeza, ahora tiene más cuidado.
Finalmente, luego de un nervioso descenso, llega abajo. Siguen ahí los maleantes, nadie pasa. Lo piensa un rato y recuerda que hay otro lugar a donde van los perros, aunque está un poco lejos y no es propio de los perros de esta zona, piensa que tal vez Fredo este ahí, enrumba hacía allá. Es imposible que esté allá, piensa. Subiendo el cerro, antes de llegar a la pampa, el lugar donde la gente bota su basura, allá donde casi nunca va por ser zona de drogadictos, basura en fin. Caminar una hora por la falda del cerro y luego subir hacia donde el olor se hace más fuerte, hacia la pestilencia, un camino más para un hombre joven; pero viejo de corazón.
Mientras tanto, atardecía ya en la casa de Mateo.
- ¡Vieja Nora, vieja e’ mierd*! – alguien grita fuera de la casa.
Sale la madre, Nora, visiblemente perturbada, observa a la gente que se ha plantado frente a su casa. Patricio está junto a ella, al borde de las lágrimas.
- ¿Así que mi chibolo es ratero, que yo lo mando a robar no? – reclama la mujer, lleva un cuchillo en la mano. Sus acompañantes también llevan armas: cuchillos, revólveres y palos. Se puede identificar a algunos como criminales sólo con mirarlos. La mujer se acerca a Nora. Algunos vecinos miran a través sus ventanas, tienen miedo.
Nora sabe que perdió; pero tal vez pueda salvar algo.
- ¡Corre Patricio! – empuja al niño que, gracias a la experiencia que da la vida en el cerro, sabe que debe correr lo más rápido posible hacia donde sea, disparado por el camino de tierra, y luego abajo a encontrar al Mateo.
- ¡Agárralo Pacho! Sácale su mierda – ordena la mujer. Inmediatamente uno de los hombres sale corriendo tras el niño.
- Por favor Marcia…- Nora se prepara a implorar por su vida y la de su hijo.
Mateo llega al basural, ya atardece, trepa a una gran roca y observa con esa mejor perspectiva el paisaje. A unas decenas de metros de él, entre unos montones de basura, está un grupo de perros. A medida que se va acercando logra escuchar los ladridos, luego, el ruido que producen al arañar la tierra, nota que los perros están alrededor de algo que no puede distinguir, se mueven de un lado para otro. Los espanta lanzando piedras y gritando, se acerca.
Es un agujero circular como de dos metros de diámetro cuyo fondo no logra ver por la poca luz que a esas horas provee el sol. Se asoma un poco más y ve una forma moviéndose, casi imperceptible. Mateo sabe quien es.
- ¡Fredo! – llama al animal. El perro ladra, un eco se pierde en el ambiente, al parecer hay alguna especie de cueva allá abajo.
- Put*madr* Fredo – reclama, luego piensa: “¿ahora cómo hago para sacarte?”
Un gran estruendo interrumpe a Mateo, él voltea asustado, no puede mantenerse en pie, la tierra tiembla. Inmediatamente se aleja del agujero el cual parece estar expandiéndose. Corre hacía la pendiente del cerro, tropieza reiteradamente. Una polvareda se ha levantado sobre todas las casas, las personas corren despavoridas, se pierden en las sombras del día que termina. La tierra sigue temblando, se sostiene de una roca grande para no caerse. Algunas casas se hunden en el cerro, otras son levantadas como si algo las empujara desde sus cimientos. Mateo logra distinguir personas luchando por no caer en los agujeros que se abren por todos lados. Intenta encontrar su casa; pero la polvareda se hace más espera cada vez. Gira hacia el agujero, el perro ladra. Se abren más agujeros y la basura cae en ellos. Otro gran estruendo, de uno de los agujeros la basura sale despedida hacia el cielo, luego empieza a caer como una copiosa lluvia. Mateo espera que se calme la tierra para bajar. No hay señales del perro.
30 de Octubre
Hacía el medio día…
- Eh…Dingo – el ingeniero llama a uno de los trabajadores -. Toma a dos de los peones cargadores y llévatelos al cerro Victoria, a la falda este, donde estaba el edificio de la EPA…
- Al momento ingeniero – interrumpe el empleado.
- ¿Al momento qué, Dingo? – pregunta el ingeniero.
- Pues…
- Vas a ir y a excavar en el lugar que está marcado en el plano que te voy a dar. Encontrarás una caja sellada, tal vez ya esté abierta, tal vez la hayas roto excavando, dentro estará una manija, la giras y nada más. ¿Entendiste?
- Por supuesto ingeniero – acepta Dingo. Le estrecha la mano al ingeniero y se despide.
Rápidamente se dirige hacia un grupo de peones que descansa -, Manolo y Burro, vengan conmigo. Burro, anda pídele la llave de la camioneta a Benítez. Vamos a ir al cerro, allá por donde vives.
Burro no se muestra muy complacido con este anuncio. Mientras Manolo, alto y corpulento, se dirige a llenar las botellas de agua que de seguro necesitarían.
El cerro no presenta mayores cambios en la zona de las instalaciones EPA abandonadas, excepto por el hecho de que muy pocas casas se erigen por el lugar. Algunos rumores han alejado a posibles pobladores, además de que las instalaciones abandonadas son lugar de escondite para maleantes de todo tipo. Fue por eso que Manolo, aparte de unas botellas, lleva consigo un revolver de seis tiros.
Bajaron de la camioneta y lo primero que notaron fue que la reja estaba con el candado roto, nada que no hubiesen imaginado. Luego de un rato, Dingo, finalmente encuentra el lugar y empiezan a cavar; pero no sería una caja lo que encontrarían, mucho menos una manija que girar.
31 de Octubre
- ¿Qué cree que sea? – pregunta el hombre, mientras una sensación de entre miedo y exaltación lo incita a pisar más el acelerador.
- Lo que dijo el capitán, supongo. Que se cayó el cerro y mucha gente quedó enterrada – responde Angela.
- Entonces sólo enviarían ambulancias, paramédicos o bomberos o algo para rescatar a las personas. No veo motivo para enviarnos a nosotros.
- Imagino que algo más debe estar pasando – dice ella.
- Espero que sea algo grande. ¿Usted no teniente? – agrega él.
- Pues yo, Dani, espero regresar a casa por la tarde con la satisfacción de haber realizado bien mi trabajo – responde Angela.
- Alguna vez tuve tu mismo entusiasmo, Dani – una voz se cuela en la cabina por la pequeña rendija que la separa de la parte trasera del vehículo porta tropa.
- Nunca pierdes la oportunidad, Rómulo – dice Dani. Fija su mirada en el camino y pisa un poco más el acelerador.
La pequeña conversación le hizo perder un poco de terreno y ahora el vehículo que le sigue delante en la caravana se ha alejado.
Angela tiene la mirada perdida, aparentemente fija en el camino. No quiere preocupar a su compañero, trata de fingir una leve sonrisa en su rostro. Luego coge el casco negro y lo acomoda en su cabeza, trata de que su cabello no estorbe. Recuerda que debía haberlo hecho cortar esta mañana; pero el trabajo se adelantó, y es que la inactividad de estas últimas semanas no presagiaba la serie de acontecimientos que se sucedieron tan repentinamente. Toma las gafas para desierto y las sujeta al casco. Da un suspiro, “Así es perfecto”, piensa. Sonríe.
- ¿Alcanzas a ver las luces tras esa elevación de tierra? – le pregunta a Dani.
- Claro que sí – responde él.
- Estaremos allí antes de que amanezca – comenta Angela, mientras que Dani se prepara para decir algo…
- Eh Dani, enciende la radio para saber de que se está enterando la gente – pide uno de los hombres de atrás. Dani accede al pedido. Angela se pierde otra vez en el paisaje -. Esos periodistas siempre me sorprenden, a veces terminan sabiendo mucho más que nosotros.
- Es su trabajo, el nuestro es atrapar a los malos – agrega Rómulo.
“La cifra de muertos no es exacta; pero fuentes muy confiables refieren que pueden estar por encima de los cuatrocientos. Mientras tanto el acceso a la zona sigue bloqueado para la prensa, en este momento enlazaremos con uno de nuestros corresponsales. Adelante Alberto”
“(Estática) Aquí Alberto, hemos logrado acercarnos lo más posible a la zona, hay muchos guardias rodeando lugar, prácticamente nos hemos escabullido y arrastrado para llegar, Enrique. A pesar de estar casi a oscuras, desde esta distancia alcanzo a ver algo, y el panorama es desolador. Casi todo está destruido, o en ruinas o ya no existe, el lugar es un mar de escombros, logro distinguir algunas luces entre todo ese desorden. Aparentemente hay gente viva…pero un momento, creo que distingo agujeros en el lugar y…sí Enrique, son agujeros y creo que intentaré acercarme un poco más, creo que escucho gritos. Ven Alex, lleva el micrófono más para allá. Escúchenlo ustedes mismos.”
- Se oyen como quejidos o pedidos de ayuda – dice uno de los hombres de atrás.
- Los agujeros me preocupan – agrega Rómulo.
- Ese periodista…ummm…realmente, no debería estar allí – piensa en voz alta, Angela. Luego se hunde en sus reflexiones…
“(Estática) No sé si nuestros oyentes logren distinguir bien; pero esto no se oye como…digo, aún desde esta distancia, acá está pasando algo extraño, puedo confirmarlo. Atención…(Estática) Enrique, creo que perdemos (Estática)…pero qué (Estática)”
“Creo que hemos perdido la comunicación con nuestro corresponsal…”
Angela apaga la radio.
- Dani, ¿dónde pusiste el comunicador? – pide.
En un primer momento Dani no responde al pedido, se encuentra viendo el camino con la boca entreabierta, luego reacciona.
- ¿El cifrado? Eh…debajo de su asiento – responde Dani.
- ¿Teniente Sybilli? – pregunta uno de los hombres de atrás.
Angela Sybilli enciende el comunicador y por unos instantes no se escucha más que estática. Luego hace algunos movimientos en el aparato, parece que ya hay señal; pero…
- Líder “Equipo Eco-1” a nave guía, operación “Sol Radiante”, clave “pasivos”. Cambio – solicita Angela.
- Por favor, alguien…corresponsal radio fusión…ayuda por favor… – la comunicación se interrumpe. El hombre está agitado.
Lo duda por un momento, luego entiende; mas no cómo la señal civil se coló en el canal cerrado del ejército.
- Somos un equipo especial del ejército – explica ella -, necesito su posición exacta. Cambio.
- No sé…yo sólo…¿eh?...- se interrumpe.
- ¿Qué está pasando allá? Cambio.
Luego de unos segundos.
- No lo sé…- luego, un grito entrecortado, más interferencia.
- ¿Qué está pasando dónde, teniente Sybilli? Cambio – es la voz del capitán en la nave guía. Angela lo ignora.
- Dani, ¿identificaste el ruido final? ¿Algo? – pregunta Angela.
- Creo que fue un grito, algo como “unen” o “tulen”.
El capitán insiste a través del comunicador. Angela mira el aparato, pensativa, luego se prepara a responder.
- Mi capitán, sugiero…
Se escucha un chirrido lejano, luego un sonido más profundo, como de piedras cayendo por entre rocosas montañas, es un sonido grave y sostenido. La tierra empieza a temblar, el camino se deforma debido a las ondas sísmicas. Del horizonte nace una resplandeciente luz que sólo dura unos segundos, como de una explosión, luego otra más y otra, la madrugada se ilumina y, cada que estalla la luz, parece ser de día. Entonces un gran destello blanco lo cubre todo. Angela se cubre con ambos brazos, Dani hace lo mismo. Se oye un susurro, que pasa por entre sus oídos, aumentando su fuerza y que luego se aleja hasta convertirse en nada.
30 de Octubre
Por favor Marcia, perdóname, nunca más te iré a reclamar nada – implora Nora, sabe que no tiene otra opción. En el cerro manda el más fuerte y la vieja Marcia parece mandarle a los más fuertes.
Te cagaste – la condena -. Hasta que muera.
Los hombres, que hasta ahora sólo observaban, se lanzan sobre Nora, mientras que la vieja Marcia la coge de los pelos. Nora cae al suelo, donde los hombres la patean, ella grita, pide ayuda. Un vecino sale para intervenir. Uno de los hombres se gira hacia él.
- No te metas, este no es tu asunto – le advierte. El vecino agacha la cabeza y retrocede, algunos otros que se disponían a intervenir también se quedan quietos. No tienen armas, a diferencia de los agresores.
Los hombres siguen golpeando a Nora, mientras que Marcia intenta darle unas patadas. Más allá el Pacho ya alcanzó a Patricio y lo está masacrando.
- Destruyan la casa – ordena Marcia.
- ¿Le meto bala? – pregunta uno de los hombres, mientras señala con la pistola a Nora que yace en el suelo totalmente quieta. Algunos perros ladran a lo lejos.
- No, déjala, creo que ya está muerta – responde Marcia.
Los hombres patean y golpean con palos la precaria vivienda de cartón y madera. Rápidamente logran romper las paredes y empiezan a sacar las cosas para destruirlas. Mientras Pacho se acerca tirando de Patricio por los pelos, lo suelta junto a su madre.
- Ya es suficiente - dice Marcia -, si quieren pueden llevarse cualquier cosa.
A los hombres parece no interesarles nada, se preparan para irse. En ese momento un gran temblor sacude el cerro, debajo de Nora se abre un agujero y caen ella con su hijo. También se abre un agujero en el lugar donde está la vieja Marcia y ella cae, sin antes gritar desesperadamente. Los hombres que acompañaron a Marcia corren, en el camino se abren otros agujeros y algunos de los hombres caen en ellos. Una gran polvareda se levanta y dificulta la visión de las personas, los vecinos tratan de correr, otros se meten a sus casas, muchas de estas están siendo devoradas por la tierra. Se escuchan gritos por todas partes, algunos ecos más allá. Luego llanto, lamentos, preocupación.
Un hombre es escabulle dentro de la casa destruida de Nora, que aún seguía sobre tierra, coge el televisor de la familia y empieza a bajar por la ladera esquivando agujeros y escombros. Se escucha un grito, y el hombre desaparece de vista.
31 de Octubre: El Informe
- Empieza la reunión – es un hombre viejo vestido de traje formal, lleva unas gafas y en sus manos unas hojas de papel las cuales acomoda constantemente -. Por favor teniente Sybilli, tenga la amabilidad de leer para nosotros.
- Con mucho gusto mi comandante – Angela saca unas gafas de su estuche y se las pone. Coge un vaso de agua y bebe un poco. Mira el reloj que cuelga en la pared de la sala de reuniones. Dos de la madruga.
Informe Nº 1983-A
Clasificación: Ninguna
Martes 30 de Octubre
Hora 18:22
Después de minutos de detectado el primer movimiento, se ha logrado localizar la que sería la fuente de este fenómeno. Zona sur-oeste de ciudad capital, en el sector de Peña baja.
Población: indeterminada.
Clasificación: Ocupantes ilegales de tierras del estado.
Hora 18:30
Se envía un primer contingente de bomberos, paramédicos y policías desde los distritos más cercanos. Un contingente principal y mejor equipado es preparado para su posterior envío. Primera alerta.
Hora 18:45
Se estima que los primeros efectivos estén llegando a la zona en quince minutos. El grupo principal está listo para salir. Se irán sumando mayor cantidad de efectivos en el camino. Un número real estará listo cuando lleguen a la zona e instalen una central de apoyo. Segunda alerta.
Hora 18:55
Un primer grupo de avanzada procede a asegurar la zona. Empiezan las indagaciones, los primeros datos estarán listos en minutos.
Hora 18:58
Perdida de comunicación con equipo de avanzada, una gran interferencia bloquea toda comunicación en la zona.
Hora 19:10
Hora estimada para llegada del primer contingente. No hay comunicación con la zona. Algunos otros puestos informan que el primer contingente ya está en la zona. No existe confirmación.
Hora 19:15
Se reanuda la comunicación con el grupo de avanzado y con el primer contingente. Instalación de la central de apoyo en proceso. Primer reporte: Más de 4000 entre muertos y desaparecidos.
Hora 19:30
Identificado el terreno y divididos los grupos, los efectivos proceden a subir por la ladera en misión de búsqueda y rescate. Central de apoyo operativa.
Hora 19:58
Primer contacto. Retirada inmediata de efectivos.
Nota: Desde las 20:00 del 30 de Octubre hasta las 00:52 del 31 de Octubre, el informe ha sido clasificado como secreto.
- Eso es todo – dice Angela.
- Toma – el hombre viejo le alcanza un sobre amarillo -, extrae el contenido y continúa leyendo, por favor.
Angela extrae las hojas de papel, similares a las otras. Acomoda sus lentes y se alista a seguir con el trabajo.
30 de Octubre
Pasado el medio día, avanzando con la tarde.
- Eh… Jefe – dice Manolo, luego se limpia el sudor de la cara con uno de sus brazos -, dale una ojeada a esto.
Se encuentra en un profundo hoyo hecho a lampazo y picotazo limpio. Burro está tirando unas piedras hacía fuera, escucha la respuesta de Dingo y paraliza su labor. Ahora los tres miran hacía dentro del hoyo.
- Burro, sube. Voy a bajar para ver mejor – ordena Dingo. Burro obedece -. Anda a la camioneta y tráete la linterna. Rápido.
- Jefe, ¿no cree que debemos cavar un poco más a ver si se nota mejor? – sugiere Manolo.
- Ni cagando, si esta webada resulta ser una de esas vainas medio raras nos jodemos – explica Dingo.
- ¿Cómo rara, jefe? – pregunta Burro, que ya regresó con la linterna.
- Raras pe webon, esas cosas radioactivas, peor que eso que vuelve sonsos a los chibolos allá por los cerros más al norte – continúa Dingo.
- Ah…
- Ahora me preocupa más la razón para mandarme a hacer este hueco, y engañarme así – dice Dingo.
- Capaz y el ingeniero quería ver si esto no nos mataba – agrega Manolo.
- ¿Ya ves Burro? Deberías aprender del Manolo que sí piensa – enfatiza Dingo. En el fondo puede que tenga razón el bruto este.
- No pe jefe, tampoco le pida esas cosas al burro, con su palita y su pico es feliz – dice Manolo.
- Ja ja ja… – ríe el Jefe, una risa de efecto tardío -. Y así debe ser. Bueno, regresemos a la obra.
- Pero jefe – interviene Manolo -, alguien debe quedarse a cuidar.
- Tienes razón, te quedas Burro, más tarde regresamos con el ingeniero. Si te da hambre comes algo por acá y luego le pides paga por horas extra al ingeniero.
- Ya jefe; pero… - pretende quejarse, el Burro.
- Pero nada hombre, aquí se queda.
Dingo y Manolo ya subieron a la superficie y alistan todo para irse, suben las herramientas a la camioneta, excepto por el pico, se echan un poco de agua a la cabeza, las manos, y suben.
- Toma Burro, hasta que regresemos – Dingo le arroja una botella desde la camioneta. Burro la coge con alguna dificultad.
- Jefe, ¿pa’ que le dejó el pico? – pregunta Manolo.
- Pa’ que se defienda, Manolito. Y no le deje el arma porque cuesta mucho y si se la roban no me conviene.
Pasaron así un par de horas desde que se marcharon. Burro mataba el tiempo arrojando piedras contra las paredes de la instalación abandonada. El agujero está en la zona que sirviera de estacionamiento, Burro se encuentra junto al muro exterior que da hacia el oeste, donde se oculta el sol, así le obtiene sombra. Al frente se encuentra el edificio principal, semidestruido, los metales lucen oxidados, algunas rejas que se encuentran sueltas se mueven ligeramente produciendo un crujido arrullador, esto y el hambre, le producen sueño a Burro, pronto cae dormido con la cabeza apoyada en el mango del pico.
Despierta de improviso, una luz le ha estado fastidiando desde hace rato. Lo primero que hace es buscar el sol en el cielo para enterarse de la hora, aún hay claridad así que no anochece, luego lo encuentra, esta casi a chocar con el horizonte. ¿Una hora aproximada? Tal vez las seis, piensa. Luego se fija en el resplandor que lo ha fastidiado, proviene del agujero que cavó.
Se acerca lentamente arrastrando la pala junto a si, efectivamente, cuando llega al agujero, nota que la luz proviene de lo que se encuentra en el o que se pudo ver de manera muy limitada. Pronto está en el agujero intentando separar la arena para ver mejor lo que hay entre las rocas. Al parecer, mientras dormía el resplandor era más poderoso.
Tal como lo describiera Manolo en el momento del hallazgo. “Es como una veta de algún mineral, parece estar rodeada de una capa de roca sólida, será muy difícil seguir avanzando. Apenas hemos abierto un pequeño agujero y no se alcanza a ver mucho. Mejor le avisamos al jefe”.
Mineral, piensa el Burro, ¿y si fuera algo importante?, se pregunta, mejor me llevo un poquito, se responde. Sube sagazmente, corre en busca del pico, baja y empieza a remover la roca. Luego de un rato de pegarle a la roca, al fin consigue hacer un pequeño hueco por donde meterse. Primero prueba con un brazo, y al notar que no le ardía ni se le salía la carne, pues se lanza adentro.
Ese Manolo, sí que sabe, se dice. Es una cueva de paredes incrustadas con cristales blancos de manera aleatoria. Están por todos lados menos en una línea de roca que conformaría lo que descrito mejor como un camino, sería apropiado decirle cauce. ¿De qué?, se pregunta el Burro. Entonces se acomoda y alista el pico para dar el primer golpe. Sube el pico hasta que roza el techo de la cueva, luego lo baja con toda su fuerza y da un golpe seco a un cristal.
Las paredes empiezan a temblar, el piso también, los cristales producen un brillo intenso y el pico cae al piso como atraído por un imán. Burro mira a todos lados, luego el resplandor se hace más intenso al igual que el temblor, voltea y lucha por salir de la cueva. Ya casi lo logra; pero algo le quema la espalda, ahora la piel, no puede continuar. Las fuerzas lo abandonan y cae.
Unos minutos antes, en la obra.
- A la… Dingo eres un bruto – dice el ingeniero -. Acá bien clarito está la orientación del plano ¿Qué tienes en la cabeza? ¡Cojudo!
- Disculpe pue’ jefe.
- ¡Cállate animal! – grita el ingeniero – No me hagas renegar más. Ahora por tu culpa no vamos a avanzar nada mañana.
Dingo tiene la cabeza gacha y reiteradamente se acomoda los pelos con la mano.
- Jefe…
- ¿Qué quieres?
- Pero jefe… ¿qué es lo que hay allá en ese hueco? – pregunta Dingo.
- ¿Te importa? Ni siquiera yo lo…
Empieza el primer movimiento.