Algunas razones para odiar los LCD
Desde la masificación de las pantallas LCD, es mucho lo que se habló de las bondades de la tecnología en lo que se refiere a la salud de nuestra vista. Siempre hablando en comparación con los monitores de tecnología CRT, me dijeron y leí repetidas veces que el LCD era el fin de los dolores de cabeza, cansancio visual, y que en definitiva, sería un hombre más feliz. Lo curioso es que nadie me decía exactamente porqué. Algunos argumentaban la nitidez superior a la de cualquier CRT, otros hablaban de la ausencia de parpadeos y velocidades de refresco.
Todo eso me llevó a querer investigar un poco más sobre el funcionamiento de la tecnología, y sobre todo, averiguar de primera mano que tan bien se sentían los usuarios empleándola. Me sorprendió un poco ver la gran cantidad de comunidades que estaban absolutamente a favor de la tecnología, pero todavía más, el hecho de que ¡mucha gente opinara exactamente lo contrario! Dolores de cabeza, nauseas, fobias, ¿que diantres significaba todo eso?
Este mini-artículo está basado en información y testimonios que recopilé “volando” por Internet, específicamente de usuarios que sin tener un gran conocimiento sobre el funcionamiento de su pantalla, experimentaron una sensación de rechazo, a veces sorprendentemente intensa. En ningún momento se me ocurrió confirmar o desmentir los comentarios, pero asumí su veracidad simplemente por la gran cantidad que había de ellos. Asimismo, la cantidad de casos parece disminuir hacia la actualidad, demostrando que la tecnología LCD ha logrado verdaderos avances para la comodidad de sus usuarios
El odio a ver todo plano
Estos son sin dudas los comentarios que más me intrigaron. Es gente a la cual le molesta que su pantalla se vea tan plana. Cabe aclarar que incluso en los monitores CRT con el frente plano, existe una cierta curvatura aparente provocada por el tubo de rayos. La imagen de un LCD resulta en comparación mucho más plana, de hecho, físicamente es perfectamente plana y esto repercute en nuestra visión tridimensional.
La gente que nota este efecto, generalmente en forma inconciente, dice experimentar un sentimiento de desgano, como si se perdiera algo de “magia” con respecto a su antiguo aparato CRT. Algunos profesionales que trabajan asiduamente con sus pantallas explicaron que ya no sentían el mismo entusiasmo en su trabajo, y que con gusto volverían a experimentar la sensación que tuvieron al trabajar con su primer monitor Trinitron.
Fobia a la fluorescencia
Si bien más abajo haré referencia a verdaderos casos de intolerancia extrema a la fluorescencia, hay otra gente que lo único que siente es un verdadero odio a cualquier ambiente iluminado con un tubo fluorescente. La monotonía de la luz blanca (o luz día) es para esta gente motivo suficiente para huir de ella.
En general estos usuarios experimentan cierta comodidad trabajando con un LCD, y si no sospechan nada, hasta es posible que exalten su nitidez y falta de parpadeos. Pero en cuanto les explicamos que las pantallas funcionan por retroiluminación y que lo que tienen a 30cm de su nariz es en realidad un tubo fluorescente, lanzarán un grito y se precipitarán fuera de la habitación. Es más, si los contenemos y tratamos de explicarles que en realidad se trata de un cátodo frío de un grosor menor al de un lápiz, nos mirarán como si les habláramos del hijo de Chucky.
Intolerancia a la fluorescencia
Si bien se habla que en comparación con sus hermanos CRT los monitores LCD están libres de parpadeos, la realidad es un poco más compleja. Realmente la luz fluorescente no es emitida de forma continua. Tiene una frecuencia de parpadeo que es prácticamente imperceptible para la mayoría de nosotros, pero que para otra gente acarrea serios trastornos, empezando por jaquecas hasta migrañas realmente agudas.
La retroiluminación de un LCD no es la excepción, y si bien los cátodos fríos que lo alimentan parpadean a una frecuencia bastante mayor que la de cualquier tubo fluorescente en el techo de las oficinas, sigue siendo perceptible para algunas personas. A esto hay que sumarle que muchas de las técnicas que se emplean para variar el nivel de brillo de la pantalla incluyen la reducción de la frecuencia de parpadeo del tubo.
La cantidad de comentarios de usuarios que no pudieron sentarse delante de sus LCD por más de una hora es concluyente. Convengamos que muchos de ellos están especialmente sensibilizados a esta luz por pasar muchas horas encerrados en una oficina, pero el caso es que muchas empresas notaron una reducción drástica en el desempeño de algunos empleados desde el reemplazo de los antiguos monitores CRT por modernos LCD. Mucha gente que intentó “acostumbrarse” al uso del LCD terminó con jaquecas crónicas y hasta nauseas. Otros tuvieron más suerte simplemente variando su conducta frente a la pantalla: tomando descansos frecuentes o sencillamente emplazando una fuente de luz incandescente en las cercanías de la pantalla.
Demasiada precisión
Mucha gente sencillamente argumenta que no le gusta como se ven las cosas en los LCD. Cuando se les pregunta porqué, el comentario general es que les parece que los gráficos, y sobre todo las letras, se ven con aristas exageradas y poco suaves. Esto es algo que hizo rascarse la cabeza a los entusiastas, dado que una de las principales ventajas de los LCD es que, a diferencia de los CRT donde cada pixel es una mota negra de contornos no muy definidos, el LCD muestra los pixels como un cuadradito de aristas perfectas, es decir, como Dios manda. Pero claro, al usuario que trabaja con su máquina sin importarle cómo es que funciona o que diantres es un pixel, no le interesa: le gusta que las letras se vean como en papel, y es por esto que empresas como Microsoft decidieron desarrollar tecnologías para suavizar lo mejor posible los bordes de las fuentes en las pantallas LCD. Incluso fabricantes como Samsung permiten “desenfocar” la imagen a gusto, para aproximarla a como se vería en un CRT.
Lo probé, no me gustó y volví al CRT
Este último grupo de gente podría considerarse como verdaderos idiotas, pero bueno, les expreso mi simpatía con el único fin de ser ambiguo y evitar algún comentario funesto por lectores que se sintieron identificados.
Este grupo de usuarios ha adquirido su flamante LCD sin tener en realidad muchas ganas ni necesidad de hacerlo, y en general están un poco molestos de tener que invertir plata para mantenerse actualizados o darse de hacker con sus amigos. La cuestión es que están predispuestos al rechazo y encuentran fácilmente razones para hacerlo. Dejo aquí algunas de ellas.
[font=Times New Roman]- Tras conectar el monitor y sin variar la resolución de su escritorio (que suele no ser la indicada para el LCD) obtienen una imagen con un escalado bastante feo o directamente una pequeña pantalla rodeada de un marco negro. Lo desconectan y vuelven a su CRT.
[font=Times New Roman]- Tras conectar el monitor a la entrada VGA del mismo, notan que no hay una diferencia tan acentuada como les dijo el vendedor con respeto a su antiguo CRT. Los controles de calibración de imagen y contraste que leyeron estaban superados en los LCD siguen allí. Lo desconectan y vuelven a su CRT.
[font=Times New Roman]- Luego de conectar el monitor a la entrada DVI y de regular la resolución a sus valores óptimos, se pasan una hora mirando la pantalla fijamente con el brillo al máximo (tal cual suele estar de fábrica). Antes de sufrir un desprendimiento de retina, lo desconectan y vuelven a su CRT.
[font=Times New Roman]- Luego de conectar el monitor a la entrada DVI y de regular la resolución y el brillo adecuadamente, se entretienen en mover texto negro sobre fondo blanco, obteniendo unos hermosos fantasmas (es el peor escenario para un LCD). Gritando que no sirve para juegos, lo desconectan y vuelven a su CRT.
Cada uno con lo suyo
Muchos de los comentarios en este mini-artículo seguramente levantarán un poco la presión de cualquier entusiasta que tenga un mínimo de idea sobre el funcionamiento de esta tecnología. Yo caigo y de lleno en esa categoría, pero considero que todos los comentarios son perfectamente válidos y algunos difícilmente criticables; y es que cada uno tiene total libertad de trabajar como le parezca mejor y más cómodo, aunque ello suponga sacar su Syncmaster 3 de toda la vida con la pantalla antireflejos colgando.
De hecho, vislumbro una arista del problema, y es que suele ser del todo simplista e inútil tratar de explicar a la gente qué se siente trabajar con un monitor LCD comparándolo con un CRT. Es buen punto de partida, pero no hay que olvidar agregar que un LCD nada tiene que ver con el CRT, salvo, que es un monitor.