Era un incoherente.
Manuel el incoherente.
Sin poder dejarse entender ni nadie que lo entendiese. Solo hablaba para si mismo teniendo ganas de comunicarse, lamentablemente su idioma no era el mismo, que el del resto.
Eran incoherencias, incomprensible, discordante con la realidad, con lo normal.
“Yo soy un trébol de ocho hojas” le decía a su madre que no lo comprendía “tengo patillas moradas y un peti pan azul” continuaba mientras tomaba uno de sus pies y lo ajustaba con su mano a la espalda.
“Madre, dame un trébol de siete hojas, por favor educado” proseguía Manuel, sin posibilidad de éxito en su lenguaje confuso.
Su madre solo atinaba a oírlo entre risas y desinterés, desdeñosa la señora matriarca. Muy mala, muy mala.
“Soy un serafino entre doce cuerdas mi flor, tengo treinta años en el abismo y doce en el campana, mis rosas de tantalio me tuercen los temblores, me tuerzo en mi propio temblor, que cuenta y canta me dice y llora, también danza en nuestra humilde casa”
Manuel salio a la calle, y sin esfuerzo se subió a un auto y empezó a declarar, su locura propiamente hecha de excelentes conexiones cerebrales, pero muy avanzadas para este plano, o quizá de una patología mental muy deteriorante y que proveía de poca conciencia para digerir el pobre reflejo que Manuel emitía.
“Son todos unos extraños, no entiendo nada” cantaba “no entiendo nada, y ustedes entienden dicen, pero como saben que entienden, se rigen, de todo su cerebro que comete errores, no puedes tu discernir de tu propia necesidad y confías en el para interpretar esta basta y magnánima realidad, quien eres tu para calificarla y osar a nombrarla, calificarla y numerarla, no somos nadie, la realidad lo es todo, y todos somos parte de ella, ni mas ni menos, la realidad la comemos con los ojos, y nuestros oídos eructan consonantes”
Terminó Manuel el incoherente, para saltar del auto y morir atropellado, por un payaso vestido de rosa.
daemon2470